lunes, 3 de diciembre de 2012

Un poema cómico, velas y tiramisú

        Querido blog... "Ná", eso es de niñas cursis que escriben diarios a lápiz, con goma en el extremo superior, sobre la cama y con las piernas cruzadas en alto.

        Hola gentuza, hoy es el cumple de mi madre. Y hoy... Voy a escribir sobre mí, sobre ella, sobre mi hermana... Y acerca de cómo me está yendo el día (¿qué ego, eh?)

        Qué buena sensación te queda después de exponer bien un trabajo bien hecho -valga la redundancia-. La exposición ha sido sobre el genocidio de Rwanda de 1994, así que aprovecho para recomendar, a quien no la haya visto, una película muy bonita, a la par que dura, titulada Hotel Rwanda, de Terry George; un film muy gráfico sobre el conflicto. Un consejo para los que, al igual que yo, lloran con las "pelis": coged un par de clínex.

        Al salir de clase, he ido con mis amigos y compañeros a coger el tranvía -hoy hay huelga- y he tenido la gran suerte de llegar corriendo antes de que mi transporte saliera, tanto en la parada de la universidad como en Empalme, al igual que a la ida, en que ha sido llegar y besar el santo en ambos trenes.

        Al fin llego a casa, y como el sol le pega de lleno al salón, hoy está bien calentito (¡y mirad si hacía frío esta mañana, Señor!) Así que me he calzado las mallas y mis botitas de borrego de ir por casa y aquí estoy, en el sillón y con una manta, la cuál cambiaré, en breves, por una de Spiderman muy, muy chula.

        Antes de ponerme a redactar estas cosas, para muchos, gratuitas; curiosas para alguno que otro y totalmente innecesarias, supongo, para otros tantos, le he escrito un improvisado poema cómico a mi madre, el cual acompañará a la plancha del pelo que le vamos a regalar Ana y yo. El poemilla dice, en un tono simpático, bromista y cariñoso, lo siguiente (a algunos versos no les pillaréis la gracia, pues son bromas de puertas hacia dentro):


Poema de métrica libre y regla ninguna para mamá:

"¿Qué le podemos regalar?"
Daban vueltas a su cabeza
las Requenas a la par.

Un calcetín en la boca sería,
si actuaran las hermanas
con maldad y alevosía.

Mas como hijas modelo son,
y la pesadez de mamá saben perdonar,
a cambio otra cosita
le decidieron regalar.

Y aunque ella las bata,
por pesadez, en duelo,
han optado por regalarle
una plancha para el pelo.

"¡Para que lucir tus cabellos
puedas en cualquier <<party>>,
te hacemos entrega de este presente,
Santa Pilar Mártir!"


        Sí, hace mucho tiempo que mi madre dejó de pensar que vivía en una casa de cuerdos. Quienes nos conozcan, más o menos, a mi hermana y a mí, podrán corroborarlo -y no lo digo por el poema, que es bastante light-.

        Así que bueno, aquí estoy esperando a que mi familia venga a comer y a darle a mi madre su regalito, aunque como ella suele decir, lo que más desea es que Ana y yo no discutamos, que nos dejemos siempre la ropa y "bla, bla, bla", en fin, como sabrá todo aquel que como yo tenga hermanos: una utopía. Se tendrá que conformar con la plancha del pelo, vaya.

        En cuanto a las previsiones para la tarde: chubascos débiles... No, mentira, iré a casa de mi vecinita a yudarle con los deberes y a llevar al niño a jugar a fútbol. Solo deseo que la pequeña -que es un amor- hoy no esté tan cansadita como el otro día. Que te digan que los sinónimos "son palabras que te ayudan a encontrar el camino", delante de su madre, después de estar estudiándolos una hora es... Es; no sabría decir cómo es, pero te deja un sabor agridulce: dulce porque es inevitable no aguantarse la risa por lo "bajini" y agrio porque te planteas que es mejor no preguntarle si ha entendido los antónimos, al menos por hoy.

        Lo único que se me ocurre es que la niña lo haya confundido con algún concepto de catequesis, de la cual viene antes de que yo le ayude con los deberes ¿pero... Con cuál? ¿"Estrella de Belén"? No sé, yo también contesté un día, en un examen final de Salud Pública, que el riesgo biológico estaba relacionado con la acidificación de los ríos y lagos, como podía ser, por ejemplo, el caso de Suiza -que no es mentira- pero claro, no tiene nada que ver con lo preguntado, ante lo que, por si alguien tiene curiosidad, había que explicar la separación de residuos hospitalarios.

        Sí, puede deducirse que no había tocado unos apuntes de la asignatura desde que había empezado el curso y que mi asistencia a clases de la misma había brillado por su ausencia. Así que con un 3 en el examen, me lo llevé a recuperación "como una Pepa". Se ve que la acidificación de los lagos Suizos no había conseguido convencer a Olga de su veracidad, en vista de lo cual, estudié bastante el siguiente examen, y me aprendí con puntos y comas la separación de residuos.

        Cabe decir que esto en mi casa no es una novedad; hay antecendentes. A Ana le preguntaron, de pequeña, qué quería decir "libertad de cátedra" a lo que contestó: "libertad que tienen las personas para salir y entrar en la catedral". Por otra parte, a mi madre, de joven, le pidieron, en un examen de biología, que hablase sobre las palomas. Se daba por hecho que se pedía una explicación ligeramente relacionada con la asignatura, mas el profesor no había explicado eso en clase, así que mi madre -qué crack- ni corta ni perezosa, y con ayuda de Rafael Alberti, rellenó el espacio en blanco: "se equivocó la paloma, se equivocaba, creyó que el norte era el sur"... Al contrario que Ana o yo, ella aprobó -y fue la única de clase, ¡verídico! pues solo ella contestó algo que no fuera "la paloma tiene pico, alas y patas"-.

        Bueno, contadas unas cuantas anécdotas, me voy a poner la mesa, que la family llegará en "ná y ná" y hoy le toca a alguien soplar las velas; 55 velas que a esta mujer, tan única, le sientan de maravilla: mi madre.

PD. Una curiosdad: en Hotel Rwanda -en la historia real, ya no sé-, la esposa del protagonista era enfermera y él, que se enamoró de ella en el hospital -si mal no recuerdo-, hizo que la destinaran, utilizando su influencia, a la capital, Kigali, sin que ella supiera nada, y dondé él trabajaba, para poder casarse con ella. Me gusta la escena en que él le confiesa este secreto y ambos se ríen, escuchando, a lo lejos, la metralla y sin saber qué va a pasar, unidos ante la adversidad en todo momento.


PD2. Mientras escribía la posdata 1, me ha llamado mi hermana para decirme: "¡Teresa, no tenemos tarta! Así que he puesto pies en polvorosa y he bajado al barrio, con poca fe de encontrar alguna pastelería abierta. Siempre he confiado mucho en el factor suerte, así que me he lanzado a la calle con las mallas más antiestéticas que os podáis imaginar y una americana que tenía a mano para no pasar frío -vamos, un cóctel molotov-, deseando no cruzarme con nadie "importante". Una vez más, el azar me ha favorecido: ni un conocido en el camino y una pastelería recién cerrada me ha abierto la puerta ante mi petición de "¡por favor, es el cumple de mi madre y no tengo pastel!" con expresión -no fingida- de corderito degollado, la cual, más tarde he caído en la cuenta, ha sonado bastante infantil. Los dueños de la pastelería Vicente son majísimos y tengo unas ganas brutales de hincarle el diente al tiramisú.


Bon profit!

        

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