viernes, 23 de marzo de 2012

Fragmentillo

Para mi sorpresa, se pasó toda la cena haciéndome preguntas acerca de mi madre, sobre su carácter, sobre sus reacciones ante determinados acontecimientos. Quiso saber cómo se vestía, qué música le gustaba, incluso cuáles eran sus platos favoritos. Él, que no se llevaba demasiado bien con su madre, parecía sentir una particular curiosidad acerca de la relación que yo mantenía con la mía. 


- La verdad, no entiendo cómo podíais congeniar tanto. Mi madre y yo sólo hablamos una docena de veces al año, y casi siempre me cuesta encontrar algo que contarle. 


- Bueno... con mi madre fue sencillo. Era inteligente y conciliadora y esencialmente buena. Le gustaba la gente. En realidad le gustaba casi todo. No resulta sencillo pelearse con alguien así. Y además era muy simpática y tenía una sonrisa preciosa. Se reía con toda la cara. Con la boca. Con los ojos. Incluso con la nariz...




En tiempo de prodigios. Marta Rivera de la Cruz.

martes, 13 de marzo de 2012

¿Intentamos ponerlo en práctica?

Parece mentira cómo el hecho de tener que salir de casa una mañana con el único fin de hacer un papeleo burocrático en el banco, tras maldecir el hecho de tener que quitarte el pijama y vestirte únicaente para ir allí, puede alegrarte una mañana.

Pues sí, esta mañana me ha despertado una alarma que decía "¡banco, banco!" Tras "remolonear" unos 5 minutos (que se han convertido en 20) he decidido, al fin, levantarme y hacer marcha. Ayer no fue un buen día ni me fui a la cama con un buen sabor de boca; supongo que todos tenemos días grises de vez en cuando, o "rojos" como dice Audrey en Desayuno con diamantes, solo que yo en lugar de hacer como ella e ir a Tiffany's me he dirigido al Banco Santander para poner finiquito a la pesada gestión.

Nada más abrir el portal, el sol me ha dado en toda la cara y he comprobado que hacía calor ¡qué alegría! Resulta que al final no voy a necesitar el pañuelo al cuello que me acababa de olvidar. He seguido andando por mi barrio, entre voces alegres de niños tirando petardos. Un par de niñas huía de unas bombetas, hecho que ha producido en mi cara una mueca y una "semi-sonrisa" de "esto me lo conozco". Hará unos 15 años que no huyo yo de una bombeta. Aunque claro, yo era algo más temeraria; las lanzaba con fuerza a una papelera o a los pies de alguien que pasaba (era consciente de que aquello ni quemaba ni podía dañar a nadie) esperando que se asustasen del "ruido" y, en efecto, para entonces creía que se asustaban, sin embargo eran meros cómplices que por hacerme reír interpretaban el papel de gente asustadiza a la perfección (papel que interpreto yo ahora cuando se me brinda la oportunidad).

Por fin llego al banco y en la puerta, un puesto de churros y porras con chocolate; he respirado profundamente y el olor a buñuelos recién hechos me ha abierto un apetito voraz (no sin antes volver a hacerme sonreír). ¡Qué bien! Dentro de 10 minutos, cuando salga del banco, tendré un par de eurillos para darle un festín a mis papilas gustativas (bien conocida es ya mi adicción al chocolate). He entrado pues, lo que se dice motivada por terminar la gestión cuanto antes, y al salir he dado rienda suelta a mi caprichito.

Camino de casa he pasado por la falla más cercana y he comprobado que la música y las verbenas estaban ya a puntito de caramelo, y me he parado a leer algún cartelillo de la falla que ya está medio plantà antes de volver a casa. Cuando ya iba por mi calle he pensado lo siguiente: ¡Qué estado de ánimo tan distinto el de antes de salir al de ahora! Parece mentira que con el simple olor a pólvora, dos o tres situaciones divertidas a las que he asistido como espectadora y un par de churritos me hayan hecho llegar contenta... Supongo que también influirá la capacidad que debemos de tener algunas personas para disfrutar de los pequeños detalles, algo asó como lo que Goleman viene a llamar inteligencia emocional, definida, en resumen, como la capacidad que tiene una persona para ser feliz. Con esto quiero animar a la gente a que aprenda también a buscar el placer en los pequeños detalles, a apreciar lo que a simple vista puede pasarnos desapercibido. Por lo menos a mí, me ha ayudado a encarar el día de otra forma, a enfrentarme al único examen que me pone nerviosa (pero nerviosa de verdad, como aquel que dice) de una manera distina y a llevar de una forma algo más positiva un par de situaciones más que me generan algo de malestar. Os lo aseguro, vale la pena, se puede aprender a sacar el jugo a aquello que podamos calificar de insignificante en un primer momento. ¿Intentamos ponerlo en práctica?

jueves, 8 de marzo de 2012

La mujer, esa maravilla de la creación

¿Y por qué hoy sobre la mujer? ¿Porque es el día de la mujer? Pues no. Soy bastante contraria al feminismo exacerbado que profesan algunas de mi sexo, cosa que me parece bastante patética. Escribo sobre ello porque es algo que de vez en cuando me repito a mí misma y que nunca dejará de sorprenderme ¿cómo un cuerpo puede ser capaz de tantas cosas? De albergar una vida y mecerla en su útero durante 9 meses, para una vez llegado el término del embarazo pasar a hacerlo con los brazos y con el mismo cuerpo alimentarla una vez haya nacido, cosa que ya hacía cuando aún estaba dentro. De la misma manera, es capaz de sobrevivir más tiempo en situaciones extremas; está demostrado que en una situación de urgencia vital es ella quien aguanta más (en los protocolos de actuación en PPAA de la CRE se afirma que dado un accidente en el cual tanto el hombre como la mujer estén en la misma situación, por esta razón, habrá de socorrérsele primero a él). ¿No es sorprendente? Para mí, al menos, sí lo fue.

El otro día, haciendo el camino de vuelta a casa desde el IVO (Instituto Valenciano de Oncología) donde hago mis prácticas de enfermería, empecé a pensar en la operación quirúrgica que acababa de ver, un Wertheim, que consiste en extirpar todo el aparato reproductor femenino. Es la primera vez que he visto un útero y ¡cuál fue mi sorpresa al apreciar que era más pequeño aún de lo que siempre había pensado! Será del tamaño de un puño no especialmente grande. Pensar que ese "saquito" multiplicará "no-sé-cuantas" veces su tamaño para albergar a un niño al que el cuerpo alimentará, permitirá respirar y protegerá de agresiones externas hasta que, a no ser que haya un fallo en su funcionamiento, vea preparado para lanzar al exterior me parece, repito, alucinante, y luego que este tenga la capacidad de ir volviendo a su forma inicial mientras otra parte de nuestro cuerpo, los senos, trabaja para formar el alimento de esta criatura.

Por suerte o por desgracia, trabajo en una planta donde las mujeres que pierden la capacidad biológica de tener hijos está a la orden del día; la extirpación del aparato reproductor femenino es algo rutinario en una planta oncológica de cirugía ginecológica. Trato de ponerme en la piel de estas mujeres y me recorre un escalofrío de la cabeza a los pies y muy probablemente ni me haya acercado a la cuarta parte de lo que deben sentir ellas, sin embargo, es alucinante la capacidad que tienen para mirar hacia delante y sobreponerse a la pena (o aprender a vivir con ella). ¡Qué poder tienen algunas! (La mayoría) ¡Qué grandes ejemplos tengo al mi alrededor todos los días de lucha y superación! Por no hablar de las que a los tres días ya tienen ganas de guasa o bromean sobre el tema de una forma tan natural... ¡Qué mentes, señores, tienen estas personas! Estoy aprendiendo mucho sobre técnica enfermera, procesos diagnósticos, tratamientos oncológicos, etc., pero las lecciones de vida que recibo día a día... Eso sí que no tiene precio. Qué seres tan maravillosos somos.

¿Qué más destacar de la mujer? Tantas cosas... Pero bueno, no es plan escribir aquí una tesis sobre ello. Son tantos los autores que hablan o escriben sobre este magnífico ser... Pues no solo es destacable su fisiología o el poder de su mente, sino también en el plano estético. Este ente curvilíneo puede erizar la piel de cualquiera, despertar los más profundos deseos de posesión, de contacto, piel con piel; Benedetti lo dice con una sensibilidad singular: "una mujer (...) tiene una claridad que nos alumbra, genera un resplandor que da confianza, es una vocación para las manos, para los labios es casi un destino; una mujer desnuda es un enigma, genera una luz propia y nos enciende, una mujer querida o vislumbrada desbarata por una vez la muerte".